En lo profundo del Bosque de Galilea, entre sus imponentes árboles y sus misteriosos senderos, florece un proyecto único que fusiona la conservación del medio ambiente con el trabajo comunitario: la apicultura. En colaboración con la Fundación AMÉ, la comunidad de Galilea y sus dedicados guardabosques han dado vida a una iniciativa que no solo produce miel, sino que también cultiva un profundo sentido de conexión con la naturaleza.
Este año, el esfuerzo conjunto ha dado frutos, o mejor dicho, miel. Con entusiasmo y gratitud, hemos cosechado alrededor de 300 kilos de miel del bosque, un testimonio del arduo trabajo y la dedicación de aquellos que cuidan de nuestras colmenas. Desde la preparación de los apiarios hasta el delicado proceso de extracción, cada paso ha sido realizado con amor y respeto por las abejas y su entorno.
Pero más allá de la dulzura que se encuentra en cada tarro de miel, este proyecto representa mucho más. Es un recordatorio de la importancia de preservar nuestros bosques y ecosistemas naturales. Cada abeja que zumba entre las flores, cada gota de miel que se recolecta, es un tributo a la belleza y la fragilidad de nuestro planeta. Nos sentimos honrados de ser parte de este viaje, de trabajar junto a la comunidad de Galilea y los guardianes de este bosque.